Una amiga y yo
siempre bromeamos que llevamos la vida un poco como un hámster enjaulado, que
da vueltas siempre en su ruedita… Casa, trabajo, casa cada una en cada país,
con situaciones y oportunidad distinta pero que estamos con la misma rutina y
sin muchas expectativas
Pero a veces
la vida le da un tirón a la jaula y todo tu mundo se mueve y nada queda igual
En este caso
se ha ido mi ángel de la guarda, mi tío Oswaldo, un apodo que solo decía en
pocos momentos y nunca delante de él. Pero así lo sentía, he tenido 3 momentos cercanos
a las muertes y él siempre estuvo allí de manera especial (ojo no quiero con
esto quitar importancia al resto de amigos y familiares que también estuvieron)
Pero mi tío con su infinita paciencia, su particular humor siempre buscando lo
bueno a todo, te daba fuerzas en los peores momentos
Su perdida fue
tan sorpresiva que de momentos no lo creía,
siempre la distancia en estos momento es un factor tan implacable, no
poder estar con la familia, ayudarlos abrazarlos con fuerza como si tu abrazo
pudiera protegerlos del terrible dolor…. No, no estuvimos tampoco allí, al
menos no en físico pero si de corazón.
Estas últimas
semanas trato de sacar partido a la distancia y no tener tan presente su adiós.
Pero hay días que es inevitable enfrentarte a la idea de que no estas, que
estarás con tu hermano Dámaso jugando domino y contando chistes, mientras
esperas a los que en algún momento nos tocara reencontrarnos bajo la gracia de
Dios.
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